El coleccionismo desde el punto de vista de la antropología
BREVÍSIMA HISTORIA DEL COLECCIONISMO Y LOS MUSEOS
Aunque el Museo, como espacio, tal como lo conocemos surge en el siglo XVIII, con anterioridad existían espacios donde se guardaban, acumulaban o exponían obras de arte, botines de guerra, objetos curiosos…
El coleccionismo en la Antigüedad está vinculado con la clase dirigente: poder real (monárquico), religioso y militar. Esta clase elitista va a crear unas características especiales: usa el coleccionismo como legitimación de poder, como propaganda. El poder está obligado a coleccionar de manera acumulativa, no es selectivo ni personal. Y ¿qué espacios solían utilizarse?:
– Tumbas. Ajuares funerarios; eran lugares sagrados.
– Templos. Tras victorias y conquistas se expoliaban los tesoros de los templos para presentarlos al dios del bando triunfador.
– Palacios. Las colecciones contribuían a legitimar el poder.
Los lugares de exposición de Grecia eran principalmente los Templos. Al peristilo se destinaba la escultura monumental. A la pronaos y naos, los objetos más valiosos desde el punto de vista material. Estos objetos eran exvotos ofrecidos al dios titular del templo. Thesaurus o tesoro: todo templo contaba con un edículo en el que guardaban los exvotos más valiosos.
En época de Roma, existía ya un coleccionismo privado e individual. Y los lugares que se usaban para exponerlo eran: Villae, mensiones periurbanas que contaban con espléndidos jardines, templos, pórticos, termas, vías públicas, jardines, teatros. En la Edad Media, las colecciones se ubicaban en la iglesia y en la corte.
El nacimiento del coleccionismo moderno, en Occidente, viene a darse en los siglos XIV y XV. Ya no es acumulativo, sino selectivo y personal. De carácter privado e individual. Incluye objetos profanos, curiosos, novedosos y exóticos (gracias a la exploración de nuevos territorios).
En el Renacimiento surge la figura del Mecenas. Aparece el Guardarropa que más tarde se convertirá en Studiolo o Gabinete, también la Galería, y la Wunderkammer.
Hasta mediados del siglo XVIII, tanto las colecciones como los espacios expositivos (lo que hoy denominamos museos) tenían un marcado carácter elitista y privado. La Ilustración, la Revolución Francesa de 1789 y la expropiación por parte de la asamblea nacional francesa de los bienes de la realeza, nobleza y clérigos, todo ello, provocará un cambio en la concepción del espacio expositivo, su contenido y su regulación, mantenimiento y dirección. Los museos debían ser públicos y estar al servicio del pueblo.
El Museo comenzó a ser público, pero el coleccionismo además de estatal evidentemente continuó también siendo privado y particular. De hecho, muchas colecciones privadas con el paso del tiempo han llegado a ser donadas a instituciones públicas o privadas y en algunos casos han llegado a convertirse en Fundaciones.
Tal es el caso del “Museo Fundación Calouste Gulbenkian” que se encuentra en Lisboa. Calouste Sarkis Gulbenkian fue un importante ingeniero, empresario y filántropo de origen armenio. Se formó en Inglaterra y jugó un importante papel en las negociaciones petrolíferas de principios del siglo XX en Irak. Llegó a ser llamado el Señor 5% porque se aseguró el derecho a percibir una participación accionarial del 5% de todo el volumen del negocio pactado. Comenzó a coleccionar desde muy joven (empezando con unas monedas a los 14 años) y llegó a constituir una colección extensa que finalmente donó a Portugal. Actualmente se encuentra en Lisboa el Museo y Fundación. La colección está compuesta por unas seis mil piezas de arte antiguo y moderno, y mil de ellas se encuentran expuestas al público. Además de Museo es una Fundación dedicada al Arte.
EL CASO DE LOS STUDIOLOS Y LAS WUNDERKAMMER
En el Renacimiento cuando hablamos de coleccionista moderno hablamos de un personaje culto, intelectual, el humanista que domina el ámbito de las letras y de las armas. El coleccionista suele pertenecer a la elite social. Todo personaje público tiene obligación de coleccionar. También existía ya la figura del mecenas que lo que “coleccionaba” era artistas, se apropiaba del genio creador y los tenía a su servicio. En principio tenía una función protectora (pero en ocasiones incluso los esclavizaba).
El mecenas contaba con una pequeña habitación secreta llamada guardarropa, que podía encontrarse hasta debajo de la cama y guardaba los tesoros más valiosos de la colección. Con el tiempo esta habitación fue derivando en el Studiolo, un espacio de dimensiones muy reducidas (4 metros cuadrados aproximadamente), de carácter íntimo y privado, destinado a la reflexión y contemplación de la colección.
Las paredes del Studiolo estaban cubiertas en su parte inferior de armarios con puertas de taracea para clasificar minuciosamente los objetos de la colección. Si la parte inferior estaba organizada, la superior era una galería de retratos de antepasados famosos. Uno de los Studiolos más conocidos es el de de Federico de Montefeltro de Urbino realizado en 1479 y que actualmente se conserva en el Museo Metropolitano de Nueva York (Fig. 1).
En el Manierismo surge la Wunderkammer que venía a ser para el coleccionista como un microcosmos donde guarda lo más extraño que podía adquirir (Figs. 2 y 3). Todo queda perfectamente ordenado y catalogado aunque dé impresión de horror vacui. ¿Qué objetos extraños se van a guardar en un Wunderkammer? (Importancia del objeto coleccionado):
– Antiquitas, piezas procedentes de la Antigüedad Clásica: monedas, medallas, camafeos. Se construían muebles especiales para ello.
– Curiositas. Objetos que procedían del mundo de la ciencia. Como relojes, autómatas, instrumentos musicales.
– Raritas. Se les concedía mucha más relevancia que a los objetos anteriores. Objetos extraños de la naturaleza y artificiales como piezas de lapislázuli, de jade, piedras preciosas, de marfil, de cuernos de rinoceronte, huevos de avestruz, bezoar, avellanas, conchas marinas, coral rojo, lenguas de serpientes petrificadas, la mandrágora, Objetos de otras culturas exóticas como objetos precolombinos, piezas chinas y japonesas, reliquias…
– Quiritas. Piezas con formas extrañas. No se valoraba tanto el carácter artístico sino más bien lo exótico y extraño.
Fig. 1. Studiolo de Federico de Montefeltro, 1479, Museo Metropolitano de Nueva York.
Fig. 2. Wunderkammer de Francesco Calzolari, 1521-1600, Verona.
Fig. 3. Wunderkammer de Ferrante Imperato, 1550-1631, Nápoles.
Fuente: Artículo de internet. El coleccionismo desde el punto de vista de la antropología. Fátima Rosado de Rueda.