Cada vez resulta más desafiante decir algo medianamente significativo sobre la pintura; sin embargo, también es cierto que la pintura, como medio, lenguaje o materia, es valiosa en sí misma. Virginia Woolf advertía la pintura como una “tierra sin palabras”, donde los pintores perdían su poder en cuanto abrían la boca. Esto puede ser cierto, por una parte, pero no porque carezcan de elocuencia sobre su trabajo, sino porque en el propio acto de pintar hay contenidas tantas batallas, que muchas veces solo dejan que sus creaciones puedan ser libremente interpretadas. En palabras de Deleuze, (tan molesto para algunos, tan propio para otros tantos), la pintura es una “catástrofe contenida”, pues están allí todas las abominaciones de lo que es malo en la pintura antes de empezar a pintar.
Ser pintura no es una tarea fácil. Ella lleva a sus espaldas el peso de cierta historia que, a veces, le rapta su libertad. Y, sin embargo, frente a esto, los pintores son suspicaces: nos hacen sentir como tontos tantas veces como quieren, porque nosotros reclamamos algo para los ojos, mientras ellos apelan a la esencia de las cosas. Son esencialistas quienes se han decidido por la pintura, eso es seguro. No nos revelan la representación de las cosas del mundo como inútilmente ha creído el linde de la historia, ni tampoco la apariencia bidimensional de las formas y los colores que sus cabezas contienen y nuestros ojos ven, aun si su motivo es un retrato, la belleza del paisaje o las densidades de las capas entre el tono correcto y la luz justa. Nos revelan la esencia, sobre todo, de la pintura: el carácter es color, el color son emociones, las emociones son improntas, las improntas le sonríen al tiempo y es allí donde profundizan los pintores, mientras los espectadores estamos absortos en un “gesto brutal”, o una pincelada.
Esta exposición es toda una lección de pintura que destaca el trabajo de un grupo de artistas que han sido leales a ella, no que utilizan la pintura como medio, porque ambos no son la misma cosa. Quienes utilizan la pintura, como todo aquel que “utiliza”, siempre lo hará de forma superficial y jamás entenderá su profundidad o su belleza. Así, las obras que conforman esta exposición, han sido vencedoras de fuertes batallas, han caminado por el ruido del mundo, se abrieron paso por las mentes de sus creadores, y muy seguramente, ya pasaron por el corazón.
“Llego ante mi motivo y divago en él, lo exploro, me pierdo y vuelvo. Veo los colores agitarse en mí, y a mi creador impasible cada tanto. Me contengo mientras me preparo para tomar las manos del tiempo…Soy Pintura”.
Artistas: Alejandro Sintura, Ana Patricia Palacio, Carlos Carmona, Clara Mejía, Claudia Pérez, Diego Díaz, Fredy Serna, Jansel Figueroa, Jeison Sierra, Jorge Gómez, José Moreno, Juan Raúl Hoyos, Mario Alzate, Mario Vélez, Martha Ramírez, Mauricio Gómez, Mónica Meira, Nadir Figueroa, Sair García y Yuliana Miranda.
Curaduría: Úrsula Ochoa.