Circuito Barrio Colombia: La Experiencia Cotidiana Como Práctica Vital Del Arte

Un marco referencial 

Durante mucho tiempo, los artistas tuvieron la reputación de ser unos solitarios; personajes introvertidos en sus propios mundos mientras intentaban encontrar la inspiración para hacer una obra maestra que salía de su taller solo cuando él la consideraba digna de ser admirada. Para algunos, esto sería un logro máximo de la autoexpresión individual y la más alta estima de la creatividad del “artista genio”; más aún, “La historia del arte sin los artistas” ha sido una proclama que eruditos como Benedetto Croce defendían al mencionar que lo que realmente importaba en el arte, era la personalidad estética de la obra y no el hombre que vive su experiencia. Por fortuna, el siglo XX trajo además de unos giros fundamentales en las expresiones estéticas, cambios importantes sobre la posición del artista frente a la realidad, evolucionando según la representación espacial que de ella estableció en ese momento. Así, durante las vanguardias, los artistas sintieron la necesidad de compartir sus ideas, proyectos y dinámicas de trabajo no solamente con el público sino con otros artistas colegas, de modo que sus proyectos cobraran una fuerza expansiva que fuera más allá de una relación bilateral entre la obra y el espectador.

Ese modelo de trabajo colectivo que consignaron las vanguardias ha logrado que podamos reevaluar el propio concepto del artista. El desplazamiento del individuo del centro del proceso creador abrió el panorama de grandes visionarios que entendieron la importancia del trabajo grupal como lo hizo el grupo  Der Blaue Reiter (El Jinete Azul) fundado por Vasili Kandinski y Franz Marc; el grupo dadaísta surgido en el conocido Cabaret Voltaire, De Stijl (El estilo), los futuristas, los surrealistas, entre otros colectivos de artistas quienes escribieron sus propios manifiestos de manera que estas ideas fueron transformadas en statements de una época que necesitaba transformación, expansión y movimiento.

En el siglo XIX, el ego del creador solitario ha intentado entender las propuestas de sus contemporáneos y mejor aún, se ha interesado por su público. Los artistas en la actualidad saben que unir fuerzas puede ser mucho más productivo que la vieja imagen baconiana del “genio” encerrado en su taller. La idea de los espacios autogestionados y la agremiación entendida como un colegaje que implica admiración, respeto y fraternidad, ha traído una manera fresca y mucho más humana al establecer relaciones espontáneas y sinceras entre los artistas dentro de la maquinaria del mundo del arte.

El circuito y sus artistas: una experiencia vital

El Circuito Barrio Colombia (CBC), está conformado por los artistas Alejandro Tobón, Danilo Cuadros, Jeison Sierra, Andrés Layos, Carlos Carmona, Diego Díaz, Camilo Correa y Hernán Marín, así como otros artistas y espectadores que gravitan alrededor de este proyecto colaborativo. No obstante, y considerando algunos antecedentes en la historia más próxima de Medellín como la llamada “generación urbana” donde se destacaron el grupo de los “Once antioqueños”, o la conformación del colectivo “Taller 7”, el CBC se percibe como algo diferente, porque se siente en este proyecto una atmósfera especialmente cálida y humana que fortalece los procesos de creación de sus integrantes. 

Así, en la zona ubicada en el Barrio Colombia cerca al museo de Arte Moderno de Medellín, podemos encontrar sus talleres donde se experimenta una sinergia creativa que nos alienta a entender el arte como una posibilidad vital que refuerza las relaciones humanas, más allá de las falsas y pomposas posturas que se han perpetrado dentro del statu quo.  Quizás, vemos en ellos una renovada versión de lo que ha significado el trabajo entre artistas, interesados por entablar un diálogo unos con otros, un apoyo que deviene de entender sus procesos como un tejido de conversaciones, amistad, respeto y compromiso, con la lucidez, además, de replantear los códigos institucionales donde los artistas tienen la plena conciencia de que pueden manejar la responsabilidad comercial de sus obras. 

Por otro lado, a diferencia de los grupos de artistas que nos inspiraron en la historia del arte, los artistas del CBC no están agremiados por intereses formales o discursos semejantes, pues cada uno de ellos manifiesta unas dinámicas de investigación y producción diferentes, y esta, es una de sus cualidades más interesante.  Alejandro Tobón, por ejemplo, perfila su producción a partir del interés por el trabajo escultórico con el cual, enfatiza en que su propuesta sea un devenir de “diálogos interdisciplinarios”, usando técnicas tradicionales de manufactura, pero también requiere del uso de otras tecnologías para relacionar sus ideas y configurar objetos de carácter instalativo que construye con materiales como la madera, el hierro y polímeros. Danilo Cuadros, quien también trabaja los objetos escultóricos, propone desde su obra una reflexión sobre la relación del hombre, su entorno y la mente; de ahí su reiteración en la figura humana representada con pequeños antropomorfos que habitan “espacios metafóricos”, o como señala el artista, ubicados en “ficciones sacadas de lugares lejanos de la mente humana”. 

Jeison Sierra, un artista que tiene la mirada atenta a los paisajes, ha utilizado el éxodo de su pueblo originario Zaragoza – Antioquia, como un motor para sus reflexiones sobre el sentido melancólico del territorio, la pertenencia o la no pertenencia a un lugar y la explotación de los recursos que traduce formalmente desde el dibujo, la pintura o la escultura como “paisajes desolados”. Diego Díaz propone en su trabajo una tensión cuestionante sobre los medios y soportes que utiliza en apariencia de forma “clásica” pero que luego se desbordan en instalaciones donde se atiende la relación entre la pieza formal y el espacio. Paradójicamente, su obra no es sobre el espacio físico como podemos creer en primera instancia; su trabajo nos habla del sentido ontológico de una pieza, por lo que hay en su propuesta, una pregunta esencial sobre el mismo lugar del arte.  

Por otra parte, el artista Andrés Layos tiene una obra que plantea “cuestionar el statu quo y las paradojas dentro de las circunstancias comerciales-conceptuales, sociales y económicas”. A través del manejo impecable de técnicas como el dibujo minucioso y la pintura, integra la disciplina de la habilidad técnica, con la transgresión de algunas imágenes incómodas que nos hablan de caos, cinismo, humor negro o desarraigo. 

Carlos Carmona es un artista plástico, pero también es un productor visual que reflexiona desde las problemáticas urbanas sobre aspectos políticos y sociales que determinan las transformaciones de la ciudad actual. Como artista multidisciplinar, concibe interesantes relaciones formales entre la pintura, la fotografía y el video, donde busca “reinterpretar la tradición del paisaje como género de ordenamiento y apropiación de la naturaleza”. 

Camilo Correa, pone su mirada sobre la violencia instalada en el imaginario colectivo de las comunas de Medellín como consecuencia de vivir en un país marcado por la discriminación y el desequilibrio social. En este sentido, plantea dibujos y objetos donde recrea códigos visuales y prácticas propias de los contextos sobre los que el artista reflexiona. Finalmente, Hernán Marín quien se unió al grupo más recientemente, ha sido un artista en un sentido estético y formal más “tradicionalista”, pero, paradójicamente, ese tradicionalismo de su práctica desde un dibujo realista de figuras humanas y paisajes muy bien logrados, lo convierte posiblemente, en el más obstinado y rebelde de todos. 

Así, los artistas que hacen parte del Circuito Barrio Colombia han entendido que el expansionismo de ideas está acompañado por el expansionismo cultural; tal y como señalaba el sociólogo Pierre Francastel, “el arte es, en efecto, un testimonio de una de las principales facultades del hombre presente en todos los momentos de su historia, y generadora de un cierto número de obras que no constituyen solamente objetos más o menos fascinantes, sino sistemas de signos, en los que se traduce el pensamiento individual y colectivo de las generaciones”. 

Probablemente, esta nueva agremiación de artistas en Medellín sea considerada en un futuro como otro renglón significativo en la historia del arte local, por el momento, vale la pena entender junto a ellos, que la historia del arte no es precisamente la historia de los objetos o las imágenes, la historia del arte, por el contrario, es creada y experimentada por los seres humanos, por el acontecer de la cotidianidad y por los fenómenos sociales que nos hacen cada día más atentos a la vida, y sin duda, más sensibles al arte.

Úrsula Ochoa

Artista plástica

Investigadora y columnista de arte

Candidata a Magíster en Estética

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